Leyenda de Bochica GRAN maestro muisca

¿Has oído hablar de la leyenda de Bochica? Es una de las más conocidas de la mitología prehispánica de los muiscas, una cultura indígena que habitaba en la región central de Colombia. Según la leyenda, Bochica fue un ser divino que descendió del cielo para enseñarles a los muiscas la agricultura, la medicina, la metalurgia y las artes.

¿Pero cómo era Bochica?

Se decía que era alto y de piel colorada, con ojos claros, barba blanca y muy larga que le llegaba hasta la cintura. Vestía una túnica también larga, sandalias, y usaba un bastón para apoyarse. Él les había enseñado a sembrar y cultivar en las tierras bajas que quedaban próximas a la sabana y a orar.

Cuentan que en época de los Chibchas, llovió durante tres días y cuatro noches. Las casas se cayeron al suelo y los cultivos se arruinaron. El Zipa, quien comandaba todo el imperio Chibcha, y los caciques, que eran como los capitanes o gobernadores de los poblados de la sabana, se reunieron en busca de una solución. Fue entonces cuando se acordaron de Bochica, un anciano que no era de su tribu y quien había aparecido de repente en un cerro de la sabana.

Los chibchas decidieron llamar a Bochica, porque era un hombre bueno que podría ayudarlos, o se acabaría todo el imperio a causa de la gigantesca inundación. El anciano dialogó con dificultad con los caciques, pues no dominaba su lengua, pero se hacía entender y le comprendían bastante. Se retiró a un rincón del bohío que tenía por habitación, rezó a su dios, que decía era uno solo. Y Luego salió y señaló hacia el suroccidente de la sabana.

Cientos de indios organizaron una especie de peregrinación con él. Se detuvieron después de varios días en el sitio exacto en donde la sabana terminaba, las aguas se agolpaban furiosas ante un cerco de rocas. Los árboles enormes y la vegetación selvática frenaban la furia del agua.

Bochica, con su bastón, miró al cielo y tocó con el palo las imponentes rocas. Ante la sorpresa y admiración de unos y la incredulidad de otros, las rocas se abrieron como si fueran de harina. El agua se volcó por las paredes, formando un hermoso salto de abundante espuma, con rugidos bestiales y dando origen a una gran catarata. La sabana, poco a poco, volvió a su estado normal. Y allí quedó el "Salto del Tequendama". Dicen que Bochica, tiempo después, desapareció silenciosamente como había venido.

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