Conoce la historia de El Mohán: la misteriosa criatura de los ríos

La tradición oral campesina en Colombia tiene arraigada la leyenda del Mohán, un personaje monstruoso que está cubierto de pelaje abundante y parece envuelto en una larga cabellera. Sus manos grandes tienen uñas largas y afiladas como las de una fiera. Los pescadores califican al Mohán de travieso, andariego, aventurero, brujo y libertino. Se quejan de que hace zozobrar sus embarcaciones, les roba los mejores remos, las carnadas y los anzuelos, les enreda las redes de pescar y les ahuyenta los peces. Además, castiga a los hombres que no oyen misa y trabajan en días de precepto llevándoselos a las insondables cavernas que posee en el fondo de los grandes ríos.

Las lavanderas, por su parte, lo describen como un monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Sobre su aspecto físico, las opiniones varían según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, los ribereños le tienen un pánico atroz porque se les presenta como una fiera negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso. Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, pestes, etc. Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros. En cambio, en la región central del Magdalena, El Mohán se les presentaba como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguales, cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color. Con las muchachas era enamoradizo, juguetón, bastante sociable, muy obsequioso y serenatero.

¿Quién es El Mohán y cuál es su leyenda?

Según la leyenda, El Mohán perseguía mucho a las lavanderas de aquellos puertos, como en la Jabonera, la Rumbosa, el Cachimbo, etc. A la manera de un hombre rico, con muchos anillos, que al enamorarse de la muchacha más linda de la ribera, la llevaba a la cueva subterránea donde tenía otras mujeres con quienes jugaba y sacaba a la playa en noches de luna. Muchos pescadores aseguran que oían sus risotadas y griterías. También lo han visto infinidad de veces en la playa pescando, cocinando, peinándose o bajando en una balsa por "la madre del río" tocando guitarra o flauta.

En algunas regiones, como entre Guataquicito y Honda, El Mohán se presentaba a veces como un hombre pequeño, musculoso, de ojos vivaces. Entablaba charla con los bogas, salía al mercado a hacer compras, solía parrandear con los mercaderes, pero luego desaparecía sin dejar huella.

¿Qué sucede cuando los ribereños ven a El Mohán y cómo interpretan su aparición?

Se dice que para protegerse del Mohán, los pescadores y ribereños suelen hacer ciertos rituales y ofrendas en su honor, como dejarle una parte de la pesca o ofrecerle algún licor. También se cree que es importante no hacer ruido en la orilla del río y no dejar objetos personales cerca del agua, ya que el Mohán podría sentirse ofendido y hacer travesuras.

Aunque algunos pueden pensar que el Mohán es solo una leyenda, para muchas personas en Colombia es una creencia muy arraigada en su cultura y tradición. Además, la figura del Mohán ha sido representada en diferentes obras de arte, como pinturas, esculturas y literatura, lo que demuestra su importancia en la cultura popular colombiana.

En conclusión, la leyenda del Mohán es un relato fascinante que forma parte del patrimonio cultural y folclórico de Colombia. Aunque sus características y comportamientos pueden variar según la región, su presencia es vista como un elemento importante en la vida de las personas que habitan cerca de los ríos y arroyos.

¿Dónde vivía el Mohán?

El Mohán vivía en los charcos más profundos y peligrosos de algunos ríos y quebradas, donde tenía cuevas o cavernas internas que solo él conocía y consideraba como propias. Las leyendas cuentan que ha raptado a muchas muchachas, lo que ha dado lugar a una serie de leyendas fabulosas, irreales y novelescas. El Mohán aparece en diferentes ríos y quebradas, fumando un grueso tabaco para espantar a los insectos, y encanta y enamora a las mujeres que suelen ir a lavar la ropa a estos lugares, para luego llevárselas.

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